dimecres, 24 d’abril del 2013

Monogràfic. Jornada Continua. El País-Cadena Ser


La escuela intensiva se impone

La jornada continua gana terreno en la mayoría de los colegios públicos

Las Administraciones y la crisis la impulsan

Los expertos advierten que perjudica a los más pobres

Hace unos días, los padres del colegio público Ramiro de Maeztu de Madrid votaron si cambiaban la jornada partida (con clases de mañana y tarde) por la continua (solo por la mañana). Los profesores del centro habían reunido a las familias y les habían hablado de las bondades del cambio, básicamente: los niños llegan muy cansados a las horas de la tarde y rinden menos. Pero, al final, la mayoría dijo no al cambio (aunque tampoco votaron suficientes como para que el proceso fuera válido). "Creo que los padres no teníamos tan claro que fuera mejor para los niños, que además iban a tener menos recreo e iban a comer más tarde", cuenta César Borreguero, uno de los padres.
Pero el caso de este colegio, ubicado en una zona de clase media alta de Madrid, es un hecho cada vez más extraño. En los últimos cuatro años, la jornada continua no llegaba a la mitad de los colegios públicos de infantil y primaria de toda España y ahora está implantada en el 62%, según los datos adelantados por la cadena SER y confirmados por este periódico tras consultar a las comunidades autónomas.
Así, durante la crisis está ganando fuerza la jornada intensiva, una vieja reivindicación del profesorado que siempre ha contado con la firme oposición de los padres de los alumnos. En la confederación laica de padres (Ceapa), mayoritaria en la pública, lo han considerado desde hace años una reivindicación de mejora de las condiciones laborales de los profesores y creen, además, que los alumnos con menos recursos salen perjudicados. "En líneas generales, la Administración impulsa la jornada continua por ahorro de costes y reducción de escuelas, eso provocará que se pierdan comedores escolares y actividades extraescolares", se queja José Luis Pazos, presidente de la federación de padres Giner de los Ríos de Madrid y vocal en Ceapa.

Las horas de la escuela

Los resistentes. Solo en cinco comunidades se mantiene la jornada de mañana y tarde en los colegios públicos de primaria de forma mayoritaria: País Vasco, Navarra, Aragón, Comunidad Valenciana y Cataluña.
Los pioneros. La jornada intensiva solo por la mañana está completamente extendida desde hace años en Canarias, Extremadura, Murcia (donde está en la práctica totalidad de centros) o Andalucía.
Los que aumentan. En varias autonomías el avance de la jornada continua en los últimos cuatro años ha sido espectacular: Castilla-La Mancha (del 78% al 100%), Castilla y León (del 60% al 100%), Galicia (del 60% al 96%), La Rioja (38% al 84%) y Cantabria (del 16% al 66%).
La concertada. La mayoría de los colegios concertados, que suelen incluir tanto primaria como secundaria en sus centros, tiene jornada partida, según datos del sector.
Los institutos. La inmensa mayoría de los institutos públicos (de ESO, bachillerato y FP) tienen jornada continua. Solo el 35% de los institutos catalanes la tiene partida.
En Europa. El tipo de jornada depende de la tradición de cada país y, muchas veces, también de su clima. Tienen jornada partida Bélgica, Dinamarca, Holanda, Inglaterra y Gales, Irlanda o Suecia.
Pero, salvo en las comunidades donde aún está completamente generalizada la jornada partida en esos primeros tramos, (Aragón, Comunidad Valenciana, País Vasco y Navarra), la elección de una u otra suele depender de los padres, que votan si quieren cambiar. Y lo cierto es que la crisis económica y el consiguiente aumento del paro pueden hacer que muchas familias prefieran que los niños acaben a mediodía porque no pueden pagar el comedor o porque están más libres para atender por la tarde a sus hijos. "Por ejemplo, los funcionarios prefieren jornada continuada porque se adaptan a sus horarios laborales. Las familias donde uno de los dos no trabaja, principalmente la mujer, quizá porque pueden atender a sus hijos en casa. Los que tienen pocos recursos, si el niño debe usar ruta escolar o quedarse a comedor, está claro que van a preferir la continua", añade Pazos.
Aunque el impulso de las Administraciones en una dirección o en otra también ayuda. Por ejemplo, la Consejería de Educación de Madrid rebajó los requisitos para implantar la jornada continua a principios de marzo. Ya no se requiere que dos tercios de los padres y madres del centro voten personalmente, sino que pueden hacerlo por correo y se elimina la necesidad de un informe preceptivo de los Ayuntamientos. En septiembre de 2012, antes de ese cambio, el 39% de los colegios públicos tenían ya jornada continua; en 2009 eran el 17,9%. Además, tanto la Comunidad Valenciana como Aragón también prevén abrir las puertas a la jornada intensiva de mañana a partir del curso que viene, con procesos de votaciones y con algunas restricciones, informa Jaime Prats.
Tanto Pazos como el catedrático de Sociología de la Complutense Mariano Fernández Enguita ven razones políticas en este impulso. "Se trata de meter una cuña entre los padres y el profesorado", es decir, sembrar cizaña en la comunidad educativa, que se ha mantenido unida en las protestas contra los recortes públicos, de más de 6.300 millones de euros desde 2010, dice Enguita. Y, por otro, añade, se trataría de dar algo positivo a los docentes en un momento en que todo son empeoramientos laborales.
"Creo que se está optando muy alegremente por la jornada continua, pero esto solo tiene sentido si mejora la calidad. Hay que pensar sobre todo qué es lo mejor para los niños. El aprendizaje requiere reposo y asimilación", sostiene el maestro jubilado y miembro de los Movimientos de Renovación Pedagógica Julio Rogero. El problema es que no hay evidencias suficientes en uno u otro sentido. "Simplemente, porque es imposible medirlo experimentalmente: te harían falta dos colegios exactamente iguales con condiciones y alumnado iguales", dice Enguita. Los argumentos a favor de las clases de mañana suelen ser, además del rendimiento, la mejora de la disciplina, por lo mismo: los alumnos llegan a la tarde muy cansados y con menos ganas de trabajar.
Las situaciones son infinitas, y puede que a unos niños les venga peor y a otros mejor, pero Enguita asegura que en general la jornada continua perjudica a los alumnos con menos recursos y más problemas, porque son los que tienen menos acceso a las actividades extraescolares que se prometen con la jornada continua, pero que van languideciendo con los años: "Al final, las tardes para esos niños son de televisión y ordenador", dice el sociólogo. "Adoptar la continua requiere que eso esté dentro de un proyecto de centro y de ciudad que permita que esos alumnos dispongan también de opciones por la tarde", añade Rogero.
"Nosotros estamos a favor de la jornada de mañana porque creemos que es mejor, pero dentro de una planificación y sin que se vean afectadas otras actividades y servicios complementarios como el comedor", dice el responsable del sindicato FETE-UGT, Carlos López Cortiñas.
Los comedores escolares son, de hecho, una preocupación, en este contexto porque es cierto que está aumentando el número de familias que ya no pueden pagarlo, más aún con unas disminuciones de las becas para comida del 30% al 50% en las distintas comunidades. "Algunas, como Galicia, tenía subvencionada hasta ahora la comida. La manera de eliminarlo es juntar la jornada y hacer volver a los niños a su casa", se queja Pazos. Es decir, que en principio los comedores siguen existiendo con la jornada intensiva, pero hay peligro cierto de que acaben desapareciendo en algunos casos.
El profesor de Psicología de la Autónoma de Madrid Víctor J. Rubio aplica sus conocimientos sobre el aprendizaje humano al debate: "La jornada continua es claramente inadecuada. Se incrementa mucho el tiempo que pasan sin comer ni beber los alumnos y las curvas de aprendizaje desaconsejan tener tres horas seguidas, como se llegan a tener", señala. Además, muchas veces se adelanta la entrada a clase, pero no la hora de acostar a los niños, y "las pérdidas de sueño afectan mucho al aprendizaje", añade.
En general, los colegios concertados han optado por la jornada partida, que se defiende desde los centros católicos. Los horarios de mañana y tarde dominan en los centros de la FERE —patronal mayoritaria de la concertada— de Madrid, Castilla y León, Valencia, Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Navarra, La Rioja, Aragón, Cataluña, Baleares y Murcia. Para Julio Rogero, el avance de la jornada continua en la pública es una ventaja para la concertada.

La excepción catalana

Cataluña es probablemente la comunidad donde más arraigadas están las clases de mañana y de tarde. De hecho, hasta el curso pasado, era la única donde los institutos públicos de secundaria (de 12 a 18 años) tenían una jornada partida. Para los catedráticos dos días solo de mañana y otros tres también por la tarde.
Pero la comunidad no es ajena al debate que recorre toda España y, desde este año, el 65% de los institutos ofrecen jornada intensiva. Aún no hay resultados, pero la Generalitat ha dicho que va a estudiar si, efectivamente, el nuevo modelo reduce la conflictividad en las aulas, como prometen algunos sectores.
También ha abierto la Generalitat una puerta en primaria. Seis colegios públicos de Baix Llobregat, Barcelona, Esclanyà-Begur, Vall-Llòbrega y de Platja d'Aro forman parte este curso de un proyecto piloto en que también se evaluará el efecto del horario compactado en este nivel de la enseñanza.
La prueba piloto durará tres años y el departamento descartó que se amplíe hasta después a otras escuelas.

 

El riesgo de división social

La implantación de la jornada continua en muchos colegios públicos es consecuencia de los recortes educativos


Según informaba la cadena SER, desde 2009 a 2013 los colegios públicos de infantil y primaria que tienen jornada continua (lo que significa concentrar la docencia de nueve a dos en lugar de hacerlo como hasta ahora en horario de mañana y tarde) han pasado del 46% al 62% del total. Algunas comunidades autónomas, como la de Madrid, han publicado una nueva normativa en la que ya no se exige para el paso a la jornada continua un plan de mejora que garantice la existencia de actividades extraescolares.
Eso sí, se mantiene el requisito, por lo demás menos exigente que las mayorías cualificadas para modificar la Constitución, de que voten como mínimo dos tercios del censo de padres y madres y que, a su vez, lo hagan a favor dos tercios de quienes hayan votado.
¿Qué podría explicar este súbito incremento de 16 puntos? A falta de investigaciones científicas sobre el tema solo cabe lanzar hipótesis a partir de algunos datos fragmentarios.
Dos aspectos de la crisis parecen poder explicar este cambio. El primero tiene que ver con la desaparición de becas de comedor. Muchas familias no pueden permitirse el lujo de abonar los poco más de 100 euros que cuesta el comedor escolar. Ante esta situación se barajó la polémica posibilidad de que sus hijos cargaran con un tupper desde casa. Otra alternativa es simplemente llevárselos a casa a las dos y que coman en el hogar con lo que cabría establecer una correlación entre el nivel socioeconómico del público de los colegios y la preferencia por una u otra jornada.
No obstante, la jornada continua sigue siendo la opción de algunas familias sin problemas económicos que desean obviar el tiempo del comedor —posiblemente porque la comida es peor que en casa a lo que se añaden los problemas de convivencia del largo recreo del comedor— o que está en condiciones de pergeñar una jornada de tarde capaz de tapar los huecos que deja la escuela pública: idiomas modernos, informática, etcétera.
El segundo aspecto podría tener que ver con el hecho de que en los últimos tiempos los funcionarios docentes han visto decrecer sus salarios al tiempo que se ha intensificado su trabajo (hay más alumnos por aula y menos profesores de apoyo). Qué duda cabe de que la jornada continua es un caramelo que compensa, siquiera parcialmente, tanta penalidad.
Finalmente, la concertada y la privada —salvo alguna excepción puntual— siguen prefiriendo la jornada partida (pese a los cantos de sirena que emite la pública), con lo que el riesgo de trazar una divisoria social debería tomarse en consideración. Que no lo hagan los sindicatos corporativos se puede comprender. Sin embargo, que no lo consideren los de clase requiere más explicaciones.
Rafael Feito es sociólogo.

La jornada continua desbanca por primera vez a la partida en los colegios de primaria

El número de centros con jornada continua ha subido 15 puntos desde el comienzo de la crisis y alcanza ya al 62% de los centros escolares públicos de toda España

MAR RUIZ   23-04-2013
El avance de la jornada continua es imparable hasta el extremo de que este curso sólo cinco de las diecisiete comunidades (Cataluña, Euskadi, Navarra, Aragón y Comunidad Valenciana) mantienen mayoritariamente la jornada partida, en la que los niños paran para comer, bien en casa o en el colegio y retoman posteriormente las clases hasta completar el horario lectivo. Los expertos señalan que la crisis que golpea a las familias y los recortes en becas de comedor y actividades extraescolares empiezan a hacer mella en este cambio de tendencia.
¿Jornada continua o jornada partida? Es un debate eterno que suscita fuertes controversias en los centros entre padres y profesores y que de momento se está resolviendo a favor de la primera por lo menos a juzgar por las cifras. Según los datos a los que ha tenido acceso la Cadena SER,en el año 2009 el 47% de los colegios españoles de infantil y primaria tenía jornada continua. En la actualidad esa cifra ha crecido hasta el 62% y las autonomías que optan mayoritariamente por la jornada continua triplican a las que se mantienen con jornada partida.
Los mayores avances se han registrado en Castilla y León, que ha pasado del 40% al 100% en apenas cuatro años, Galicia, del 60% al 98%, La Rioja, del 38% al 84%, o Cantabria, donde la jornada continua se ha implantado en un 66% de los centros frente al 16% de 2009. En Castilla la Mancha, esta jornada también se ha generalizado, pasando del 78% al 100% de los centros educativos. En lo que respecta a Andalucía, Extremadura, Canarias o Murcia la jornada continua está implantada de forma mayoritaria desde hace años y no ha experimentado cambios.
El debate además se está reabriendo en comunidades como Madrid donde el gobierno autonómico acaba de publicar una orden que facilita la votación en los centros para promover el posible cambio de la jornada partida a la continua, si bien la decisión está en manos de las familias. En la Comunidad Valenciana, el gobierno regional también ha anunciado una normativa para abrir la puerta al cambio de jornada en infantil y primaria donde hasta el momento, está generalizada la jornada partida. En Aragón, el próximo curso se pondrá en marcha una experiencia piloto de jornada continua cuyos resultados servirán para decidir o no un posible cambio en el futuro.
Cataluña (100% de centros de infantil y primaria), Euskadi (100%) y Navarra (95%) se mantienen entre la minoría de comunidades autónomas cuyos centros escolares todavía tienen implantada la jornada partida.
La continua avanza en la escuela pública mientras la concertada ofrece horario partido
Lo que ocurre en la escuela pública no tiene su reflejo en la escuela concertada que, mayoritariamente sigue optando por la jornada partida en sus centros. Según datos facilitados a la SER por FERE, la patronal de las escuelas católicas concertadas, en la actualidad la jornada partida es mayoritaria en los centros concertados de trece comunidades: Madrid (con la excepción de Alcalá de Henares), Castilla y León, Valencia, Galicia, Asturias, Cantabria, Euskadi, Navarra, La Rioja, Aragón, Cataluña, Islas Baleares y Murcia (donde dos tercios de los centros tienen jornada partida). Sólo en Andalucía, Extremadura, Canarias, y Castilla la Mancha es mayoritaria la jornada continua entre los centros concertados, al igual que sucede con los públicos.
Los datos son incontestables pero los expertos no se ponen de acuerdo a la hora de atribuirlo a una causa única. "A mi juicio se unen varios factores políticos, sociales y laborales en el momento actual", señala José Luis Pazos, de la junta directiva de la Confederación de Padres, CEAPA, firme defensora de la jornada partida en la escuela. "Desde el punto de vista de la administración, algunos gobiernos autonómicos ven con buenos ojos el cambio a la continua por el ahorro de costes que puede suponer, bien en comedor o en actividades extraescolares. Existe el temor de que en algunas comunidades, como Madrid, esto pueda suponer el principio del fin de la apertura de los colegios por las tardes, con el consiguiente recorte en tiempo de escuela ", señala Pazos.
La crisis influye en la jornada escolar
El profesor de Sociología de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid, Rafael Feito, suma otra explicación parcial relacionada con la crisis. "Resulta llamativo que, pese a quetradicionalmente se ha considerado que la jornada continua era una demanda de la clase media, en la actualidad vemos como en zonas acomodadas no está prosperando en general la votación de los padres para pasar de la partida a la continua, y sin embargo sí está saliendo adelante en barrios más deprimidos socialmente. En ese caso hay una conexión clarísima entre las familias que no pueden pagar el comedor, por la crisis y los recortes de las becas, y entonces prefieren recoger a los niños a las dos de la tarde y llevarselos a casa. También hay que tener presente que lo que antes podía ser un problema de conciliación de vida laboral y familiar para muchos padres, ahora desgraciadamente ya no es así porque ambos o uno de ellos está en el paro", explica Feito.
El tercer sector para el debate es el de los profesores que históricamente han tenido en la jornada continua una de sus reivindicaciones laborales. Rafael Feito opina que "en ocasiones el profesorado ejerce una auténtica presión moral sobre las familias a favor del cambio de jornada cuando no obedece a criterios pedagógicos". Un extremo que Carmen Guaita, vicepresidenta del sindicato de profesores ANPE, niega radicalmente. "Defendemos esta jornada porque creemos que es mejor desde el punto de vista del aprendizaje". Los partidarios de este tipo de jornada argumentan que el rendimiento de los alumnos desciende por las tardes, porque en las horas de la mañana es cuando hay mayor capacidad de atencióny añaden que el cansancio del estudiante al finalizar la jornada es menor con el horario continuado. También señalan como ventaja que posibilita usar el horario de tarde para realizar las actividades extraescolares, así como que el profesorado puede disponer de este modo de mayor tiempo para la formación permanente y para la atención tutorial de las familias.

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Raquel Sánchez Grande
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